Este es un artículo invitado de Cristina Hortal.
Arrastré durante mucho tiempo, casi con vergüenza, la certeza de que vivía a medias.
De que le daba a la vida una pequeña parte de mí. Me quedaba mucho por probar, por descubrir. Mucho potencial por desplegar, muchas decisiones valientes por tomar.
No sé si era por miedo, por comodidad o porque así lo había aprendido. Supongo que fue por una mezcla de todo ello.
Para soportarlo, me contaba a mí misma un montón de historias que justificasen mi falta de pasión y compromiso; mi vida mediocre.
Pero un día todo esto dejó de funcionar… O daba un salto al vacío, o me asfixiaba en mi pequeña parcela de seguridad.
Piénsalo un momento: imagina que estás a las puertas de tu muerte. Te quedan apenas unos minutos en este mundo y lo sabes.
A ciencia cierta.
¿No te gustaría irte sabiendo que tuviste el coraje de ser TÚ y de vivir TU VIDA?
Que te atreviste, por ejemplo, a:
- Ser honesto de verdad contigo mismo.
- Buscar tus propias respuestas en tu interior, más allá de las presiones del entorno.
- Entablar tus relaciones y tomar tus decisiones desde esa autenticidad.
Pocas cosas siento que pueden tener más valor que una vida así.
Y creo que, tras los distintos objetivos que cada uno se marca, todos queremos eso.
Sin embargo, ¿cómo hacerlo cuando no sabes quién eres en realidad?
¿Cómo hacerlo cuando, en el fondo, ni siquiera puedes imaginarte lo que significa saberlo?
En ese caso, no queda más remedio que indagar en uno mismo.
Es momento de reunir el coraje necesario para mirarse de frente y por dentro. Sin autoengaños ni excusas.
Es momento de estar dispuesto a mirar de frente lo que no te gusta para abrazarlo, reconocerlo y respetarlo.
También hay que soltar lo que tengas que soltar (aunque parezca contradictorio, no es algo negativo).
El resultado de esa autoindagación, sumado a la determinación de traducir tus descubrimientos en actos concretos en tu vida, es lo que yo le llamo «tomar decisiones conscientes».
Esa es justo la temática en la que centro mi trabajo a través de mi blog.
¿Quieres tomar ese tipo de decisiones más a menudo en tu vida? ¿Cuántas puertas podrían abrirse que ahora ni siquiera sabes que existen?
Una comprensión real es el más potente de los motores
¿Te has fijado en que está más que aceptada la idea de que hay que hacer cosas en la vida? Grandes cosas, a poder ser. Por ejemplo…
- Tener pareja
- Estudiar una carrera
- Conseguir un «buen» empleo
- Lograr éxito económico
- Montar un negocio, tal vez…
Lo que sea, en cada caso puede ser distinto. Sin embargo, en términos generales, ser una persona de acción se valora muy bien en un contexto convencional, ya que tener resultados «palpables» es lo que cuenta.
Y mejor si esos resultados responden al orden soial establecido, por supuesto, pero ese es otro tema.
¿No te has presionado nunca con la idea de que había que hacer cosas? Que había que mejorar un poco más, conseguir un poco más…
¿Y no te ha pasado nunca que te has dado cuenta de que corrías mucho, pero que no sabías dónde ibas? ¿O que el resultado conseguido no te aportaba la satisfacción que esperabas? En cualquier tema, me da igual.
Posiblemente, para ti, tomar una decisión se asocia de forma directa con la ejecución de alguna acción determinada. Una acción que se lleva a cabo de forma inmediata.
No digo que no sea así en parte, o que vea algo malo en ello.
Sin embargo, sí afirmo que la acción en sí misma suele tener un papel protagonista que no le corresponde. Nos dejamos hipnotizar por las apariencias.
Lo más importante es lo que hay detrás de esa acción. Por ejemplo:
- La intención
- La energía con la que la llevamos a cabo
- La nueva comprensión que nos ha inspirado a actúar
Por lo tanto, nada se va a mover realmente a largo plazo si antes no haces un movimiento interno.
Un movimiento sutil, tal vez, pero profundo.
Ese movimiento del que hablo es una toma de conciencia nueva, más amplia. Una comprensión distinta y más profunda de ti mismo y de tu vida. Una reordenación de valores, por decirlo de alguna forma.
Te voy a poner un ejemplo un poco burdo y simplista, pero creo que te servirá para entender lo que quiero decir:
Imagina que tu última relación de pareja no ha funcionado. Te sientes sólo y triste.
Puedes entender, a priori, que lo que necesitas es una pareja nueva, que te ayude a olvidar y sane tu dolor.
Sin embargo, si emprendes esta «búsqueda» desde la necesidad y la desesperación, no harás la mejor de las elecciones.
Además, si el fracaso de la anterior relación no te ha servido para reflexionar sobre tus propios errores, posiblemente los cometas de nuevo. Así puede que te veas dentro de un tiempo reviviendo la misma historia, aunque con otra persona y en otro contexto.
Subestimamos, por lo general a diario, el poder de un cambio de percepción.
Cuando cambias el modo en que miras las cosas, las cosas que miras cambian. Wayne Dyer Clic para tuitearY resulta que la percepción es subjetiva y moldeable. Tu libertad puede ampliarse exponencialmente dando este simple paso.
Como digo, menospreciamos el poder de una toma de conciencia profunda. Cuando esto ocurre, el siguiente movimiento se da de forma natural y desde una inspiración nueva que dirige las cosas con menos esfuerzo.
Se da una transformación que no tarda en reflejarse en el exterior. Aunque eso acaba siendo secundario.
Como habrás intuido, no estoy hablando de pensar las cosas de otra forma; si no de una comprensión más allá de la mera mente racional. Un discernimiento que te toca el corazón.
Por lo tanto, no vas a acabar de leer este post con una lista de pasos para hacer, en este caso. «Sólo» te invito a reflexionar, a abrir tu mente. A contemplar nuevas posibilidades. Lo voy a hacer a través de un par de ideas:
Te vas a morir
¿Te molesta esta afirmación? ¿Te parece innecesaria e incómoda esta frase?
Yo lo único que sé es que es cierta. Y que lo olvidamos a menudo. También que tenerla presente (al contrario de lo que es posible que te diga tu mente lógica) puede convertirse en un canto a la vida.
Reconocer de forma consciente la posibilidad de la muerte en tu día a día, puede lanzarte a vivir de lleno.
Integrar la muerte para que no frene tu vida
Parece contradictorio, pero no lo es.
La mente lógica tiende a oponer los conceptos y a separarlos en polaridades: Bueno-malo, blanco-negro, cerca-lejos; vida-muerte...
La muerte suele percibirse como algo malo; como una amenaza. Tiene su sentido biológico. Y tiene que ver con nuestro instinto de supervivencia.
Sin embargo, el ser humano, llega a un punto en su evolución, en el que siente grandes inquietudes espirituales. Entonces, necesita trascender un poco dicho instinto, para ir más allá. Y en eso estamos.
Así pues, en el paradigma convencional, podemos tener la tendencia de entender que una persona positiva, alegre y con ganas de vivir, evita pensar en la muerte.
Sin embargo, mi experiencia de vida me dice que todo lo que intentamos ignorar porque en el fondo nos da miedo, empieza a ocupar una parte cada vez más grande de nuestro inconsciente.
Es a lo que Jung llamaba la sombra.
'Aquello que juzgas, acaba sometiéndote.' Carl Gustav Jung Clic para tuitearAl ocultarlo en el inconsciente, no lo confrontamos y no lo resolvemos.
Entonces pasa a condicionar y limitar enormemente cada una de nuestras decisiones, convirtiendo nuestra vida en algo aparentemente seguro, pero totalmente gris.
Por decirlo de alguna manera, tomamos nuestras decisiones para no perder, en lugar de para ganar. Y, te puede parecer lo mismo, o parecido, pero lo cambia todo: se pierde la pasión, la emoción, el punto de riesgo que implica necesariamente VIVIR de verdad.
Y ni siquiera nos damos cuenta de lo que estamos haciendo. Sentimos una gran insatisfacción con nuestros resultados, pero no sabemos de dónde viene ese malestar.
Y entonces empieza nuestra agotadora carrera hacia la búsqueda imposible de la «realización personal» a través de cosas externas.
No funciona. Además, suele convertirse en un bucle sin fin.
Un ejemplo de esto, podría ser el siguiente:
Imagina que tienes un miedo muy arraigado e inconsciente de no ser suficientemente inteligente o válido en tu trabajo. No te has ocupado de ese miedo y de esa falta de confianza en ti mismo, porque has preferido mirar hacia otro lado.
Sin embargo, esto te condiciona enormemente a la hora de considerar que mereces un ascenso o mayor responsabilidad en tu trabajo.
También te influye a la hora de plantearte encontrar un empleo con mejores condiciones.
¿Qué ocurrirá entonces? Pues que posiblemente aceptarás condiciones mediocres y aprenderás a «conformarte». Pero una parte de ti estará insatisfecha, incluso puede que resentida.
Eso te llevará a rendir menos por falta de motivación y te sentirás más incompetente. ¡La espiral está servida!
Puede, además, que esa falta de realización te conduzca a necesitar llenar tu vacío constantemente con distracciones momentáneas como:
- Compras compulsivas
- Contínuas actividades de ocio
- Etc.
Estas distracciones no son malas en sí mismas, por supuesto, pero no pueden compensar una falta de sentido más profunda. Además, se acaban convirtiendo en una adicción.
Asumir el riesgo
Si la vida implica el riesgo real y constante de morir… ¿Por qué no jugar el juego del todo?
¿Por qué no tener en cuenta esta verdad en cada una de nuestras decisiones?
No me refiero a que te vayas al extremo contrario, si siempre has sido bastante prudente, y te dé todo igual.
No hablo de que conviertas tus días en una huida hacia adelante.
No te estoy invitando a que pases de un extremo a otro. Para mí, el camino consciente siempre pasa por el medio.
Quiero que seas consciente de que tienes un tiempo limitado en esta vida para sea lo que sea que decidas ser, hacer o tener. Para aquello que sea tu prioridad.
No sabemos cuán limitado es ese tiempo, cuando se acaba tu película. Así que cada día cuenta. Cada hora. Cada minuto cuenta.
Para ti, tener esto presente, ¿implica vivir con miedo? No tiene por qué. Implica, eso sí, vivir con pasión.
Lo más importante en la vida es que los más importante sea lo más importante
Ésta es la segunda idea que te presento y proviene de una frase de Stephen Covey, el autor del libro superventas «Los siete hábitos de la gente altamente efectiva».
La frase es un juego de palabras, sí, pero además encierra una gran verdad. Además, va relacionada con la anterior.
Lo más frecuente es que no se nos enseñe a charlar en intimidad con nosotros mismos y a preguntarte en serio, qué es lo más importante.
Lo hacemos de manera más o menos vaga e improvisada.
Y, a menudo, no nos damos cuenta de lo condicionados que estamos por nuestro entorno, educación, creencias, miedos, etc. a la hora de establecer nuestras prioridades.
A mí me ha ocurrido muchísimas veces. He tenido clarísimo que lo más importante de mi vida era algo, para acabar dándome cuenta de que no era así.
Lo descubría a través de algún acontecimiento muy fuerte que hacía que se me cayeran muchos mitos, o a través de la consecución de objetivos entorno a esa prioridad.
Después, por supuesto, llega la decepción o sensación de vacío.
Por otro lado, también me ha ocurrido tener establecida una prioridad (y estar segura de ella) pero no hacerla prevalecer en mi día a día.
La he acabado postergando porque la realidad cotidiana, las presiones del entorno y los asuntos aparentemente urgentes, la eclipsaban. O, más bien, yo permitía que así fuera.
En todos estos casos, la integración de la propia muerte juega un papel importante. Me explico:
La muerte como catalizador
Todos los acontecimientos de alta intensidad a los que me referían antes y que han hecho que me replanteara (y mucho) mis prioridades, han tenido que ver de un modo u otro con la muerte:
O bien falleció alguien muy cercano, o tuve que contemplar muy de cerca esa posibilidad. También, el lidiar con mi propia enfermedad.
Por ejemplo, cuando falleció mi padre sin apenas haber saboreado los frutos de su trabajo, aprendí a emplear mi dinero en hacer cosas con las que disfrutaba, en lugar de seguir acumulándolo.
O bien, cuando comprendí que mi malestar interno tenía mucho que ver con la evolución de mi enfermedad, empecé a tomar decisiones «egoístas» y a poner mi sensación de coherencia en primer lugar. Empecé a decir no cuando quería decir no, sin sentir culpa. Empecé a cuidarme en serio.
Recapitulando, cuando algo contundente me sacudía, se convertía en un potente filtro para desbancar un montón de tonterías a las que les había concedido un lugar demasiado principal en mi vida.
Y reconozco que cuando permití que las urgencias del día a día se interpusieran entre yo y las cosas de verdad importantes para mí, fue porque, de alguna manera, perdía de vista la posibilidad de no tener tiempo de atenderlas.
O sea, vivía como si fuera a vivir para siempre, un mal muy común.
Así que, me reitero una vez más:
Tener claro que el tiempo que tienes en esta vida y con este cuerpo que ahora disfrutas es finito, va a darte una gran perspectiva.
Y esa perspectiva va a ser vital para tomar mejores decisiones. Decisiones que te conduzcan a un sentido más profundo; a una mayor libertad para ser quién de verdad eres cada día.
Ordenando prioridades (y respetándolas)
A propósito de este tema de las prioridades, tengo preparado para ti un material diseñado especialmente para que puedas reflexionar a fondo y establecer tu orden de prioridades a través de un sencillo ejercicio.
Se trata de una plantilla rellenable para que redactes tu propio manifiesto de vida. Puedes descargártela de forma gratuita inscribiéndote en mi newsletter. Además, te descargarás también mi ebook «Decidir con Coherencia».
Te animo a que busques un ratito de calidad para dedicarlo a esta actividad.
Hacer este ejercicio de indagación y honestidad, pondrá muchas ideas en orden en tu mente. Esa claridad te permitirá tomar decisiones más conscientes y con más sentido para ti, que es lo que pretendo con este artículo.
Las inercias automáticas e inconscientes que sabotean a menudo tus decisiones, empezarán a desactivarse.
Ya con esto me despido y recordarte que, estaré encantada de conversar contigo a través de los comentarios de este artículo, si te han quedado ganas de intercambiar alguna impresión.
Hola, buen artículo que aporta mucho a quienes estamos encaminados a lograr el éxito en diferentes aspectos de nuestras vidas. Es muy importante tener siempre una gran motivación y estar siempre presente, pues pienso que mientras más te centres en lo que estás haciendo, más lo disfrutarás y hará que seas más efectivo en ello. La idea es dejar de preocuparte y llenarte de ansiedad por el pasado o el futuro y así poder concentrarte conscientemente en tus objetivos y en lo que estás haciendo en el presente para lograrlos. Saludos!
Hola Matías, gracias a ti por tus palabras.
Estoy de acuerdo, y en concreto, destacaría la importancia de mirar hacia dentro y buscar la motivación dentro, más allá de condicionamientos varios y de la necesidad de retribución externa.
El verdadero éxito, para mí, consiste en crear una vida que te permita ser quien eres.
Un abrazo y, de nuevo, gracias.
Gracias Cristina por este fantástico blog, estoy en un momento de mi vida donde realmente no sé hacia dónde ir, miro hacia mi interior pero no sé cómo ayudarme, me he subscrito a tu blog, me apetece súper interesante todo lo que mencionas en él. Espero poder aprender mucho y a conocerme más sobre mi. Muchas gracia