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Ya sabes a qué me refiero… Tú también has sufrido esa sensación de vacío interior.
Lo normal es que, de forma inconsciente, intentes llenarlo con:
- Ropa
- Nuevo iPhone
- Relaciones
- …
Te das cuenta de que no te daban lo que querías, que es sentirte mejor.
Te pones a ver series en Netflix, incluso a plantearte vivir más experiencias como hacer ese viaje a Tailandia.
Eso te hace sentirte algo mejor, aunque sigues con ese malestar, ese… «me falta algo».
Exploras el yoga y la meditación porque te pica la curiosidad, y notas que empiezas a conectar con algo más íntimo.
Te abres y te interesas por otras prácticas y herramientas. Empiezas a ver que ya no eres tan escéptico como antes.
De todas formas, te das cuenta de que el vacío sigue asomando la cabeza de vez en cuando.
Y tú te preguntas: «¿cuándo me dejará en paz esa maldita sensación?»
No te preocupes, nos pasa a todos.
Antes de seguir quiero decirte que si para ti el concepto de «espiritualidad» es lo mismo que «religión» o «new age», si quieres puedes dejar de leerme porque no me interesa convencerte de nada.
Necesitas sentir el vacío
Créeme, sé de lo que hablo.
En mi caso la sensación de «vacío» ha estado bastante presente a lo largo de mi vida
Durante casi toda mi vida siempre busqué algo que me llenara de forma inconsciente:
- Ropa cara
- Deporte
- Amistades
- Pareja
- Viajes en solitario
- Este blog
- Espiritualidad
Sí, también la espiritualidad.
Siempre he sido escéptico con esos temas, pero a los 19 años, empecé a interesarme un poco por lo trascendental.
Entre los 14 y los 21 hice atletismo y corría los 100 y 200 metros lisos, como Usain Bolt.
Prometía. A los 17 ya había asistido a varios campeonatos de España y quería ir a campeonatos de Europa, pero antes de cumplir los 18 las lesiones se toparon en mi camino.

Estuve dos años en el dique seco, hasta que ya desesperado leí un libro sobre chamanismo.
Apliqué las pautas que mencionaba y, de forma casi milagrosa, me recuperé de una lesión que parecía irreversible, clasificándome de nuevo para unos campeonatos de España más de 2 años después, con 20 años.
No entraré en detalles, pero practicando alguna técnica vi cosas raras y me asusté. Así que, como yo no creía mucho en eso, aparqué el asunto del chamanismo y todo lo relacionado con la new age.
Hasta los 25, cuando atravesé una depresión, no empezaría a interesarme de verdad por la espiritualidad.
Poco a poco fui dándome cuenta de que, como los antidepresivos, la espiritualidad puede ser también un parche si se usa de forma inadecuada.
En otras palabras: puede convertirse una forma de evasión, una huida e incluso una adicción.
También hay efectos colaterales, como el dolor de sentirse «especial» y el aislamiento social.
Todo eso es ego.
Puedes empezar a criticar al sistema a diestro y siniestro, incluso a tus amigos por ser unos «inconscientes».
También puedes volverte un hippie y querer salirte del sistema.

Créeme, no puedes salir del sistema porque formas parte de él.
Sin darme cuenta, en esa época empecé a comportarme de forma dogmática con familia y amistades, intentando convencerles de mi punto de vista sobre estos temas.
Me sentía diferente y especial, por lo que tendía a aislarme y sólo buscar personas que pensaran como yo.
A las que no lo hacían intentaba «convertirlas», para que fueran más conscientes.
Era parte del proceso, y por suerte poco a poco me di cuenta de que para ser feliz no todo el mundo tenía que pensar igual que yo.
Al principio todo ese proceso me dolía, pero fue liberador.
En el fondo cada persona tiene su vida y sus circunstancias.
En realidad sí puedes intentar convencer o «evangelizar» a todo el mundo, pero eso quizá te convierte en una persona conflictiva.
El vacío hay que sentirlo.
El autoconocimiento no es lo que crees
Es relativamente fácil caer en la trampa de pensar que ya te conoces suficiente.
Yo me dedico a divulgar y a escribir sobre esto porque me fascina, pero no te voy a engañar: este es un camino arduo, lleno de oscuridad.
Esa es la letra pequeña de la que poca gente habla.
Si crees que ya te conoces lo suficiente, créeme que no has entendido nada.
Cada día tienes delante de ti oportunidades para darte cuenta de las partes de ti que no te gustan (tus sombras), que es lo más difícil.
Lo que no haces consciente se manifiesta en tu vida como destino, que diría el amigo Jung.
Vamos, que si huyes de tu sombra te perseguirá, pero si la abrazas se hará más pequeña.

¿Cómo se traduce eso?
Si no eres capaz de ver la maldad que hay en los demás, es que no has hecho consciente tu parte malvada (tu sombra).
Todos tenemos un psicópata o un «Hitler» dentro, no sólo los demás son los «malos».
Hay que empezar por ahí.
Es más, hay personas que deciden irse a la India o a Tailandia a meditar, pero no es necesario.
De hecho, en las situaciones cotidianas del día a día puedes también ver patrones de tu personalidad.
Sí, no hace falta que te vayas a la India o a Tailandia, los «maestros» están en casa.
A veces puedes descubrir algo o alguien que te cambia la vida: quizá el coaching, el yoga, la PNL… Lo que sea.
El caso es que en el fondo no dejan de ser herramientas que, si las utilizas sólo con la mente (enamorándote y apegándote a ellas), no sirven de nada.
Te pongo mi ejemplo para que lo veas más claro.
Durante casi toda mi vida fui una persona bastante insegura, y no me veía capaz de hacer muchas de las cosas que hago hoy en día.
Algunas decisiones catárticas que he tomado son:
- Irme a estudiar y trabajar a Alemania sin hablar apenas inglés ni alemán
- Viajar en solitario con una mochila por el mundo
- Crear este blog donde compartir mis experiencias vitales
- Apuntarme a un club de oratoria y dar discursos delante de +30 personas
- Trabajar como guía turístico en Barcelona
Sí, hice muchas cosas, pero no tendría ningún sentido ver a los demás por encima del hombro.
Eso sería tener un ego gigante.
Incluso al hablar sobre estos temas con los demás hay que entender que habrá personas a las que no les interese nada el desarrollo personal, pero no hay que juzgarlas por ello.
Por otro lado, hay una línea muy delgada que separa el vacío interior y la espiritualidad del dogmatismo, ya que hay muchas personas que tienen una fuerte inclinación por soluciones mágicas.
Sobretodo cuando hay una crisis de sentido por medio.
Lo digo porque he conocido personas que decían «todos deberían usar el coaching» o «todo el mundo debería probar la ayahuasca».
El caso es que la sensación de vacío interior no es fácil de superar por varios motivos:
- Cada persona es un mundo
- No existe un método definitivo o una única solución
Incluso hay personas que después de años sufriendo acaban tomando la decisión más irreversible de todas… La de quitarse la vida.
Habrá que ir a la raíz del problema, ¿no?
La auténtica espiritualidad requiere soltar lastre
¿Alguna vez te topaste con alguien que te intentó convencer de sus ideales políticos? Pues con la espiritualidad puede pasar lo mismo.
Repito lo que ya dije antes: la espiritualidad no es sinónimo de religión o de «new age», sino que significa conocerse a uno mismo en profundidad y vivir desde el respeto hacia los demás.
Normalmente, las personas sólo hacemos revisión de nuestra vida cuando sufrimos mucho.
En otras palabras: normalmente necesitamos quedarnos casi sin amigos, que nos deje la pareja o que se muera alguien cercano para empezar a indagar en lo trascendente.
Si has atravesado algo así alguna vez, ya sabes a lo que me refiero.
Cuando hablo de soltar lastre me refiero a dejar atrás el dogmatismo, es decir que tampoco serás mejor persona si:
- Comes vegano
- Te levantas a las 6 para meditar
- Haces yoga
Si te crees mejor que otros por eso, serás una persona infeliz.
Además, las personas en un proceso de «despertar» tienden a pasar mucho tiempo en soledad, o relacionándose sólo con personas que piensen como ellas.
Error de manual.
Aquí podríamos hablar también de la tóxica ideología «woke», pero eso daría para otro artículo.
Pasar tiempo solo es necesario, pero también hay que exponerse a situaciones incómodas.
Como cuando empecé a trabajar como guía turístico en Barcelona, sin tener ni idea de turismo.
Quizá en tu caso te conviene apuntarte a actividades que te despierten curiosidad o te atraigan.
Puede ser teatro, yoga, canto, crossfit…
Debe ser algo que te haga salir de lo conocido para que empieces a verte en perspectiva, crear nuevas conexiones neuronales y sentirte más vivo.
También puedes implementar un ritual matutino, algo que si lo haces de forma constante te ayudará a tener más confianza.
Toma tus propias decisiones porque nadie las puede tomar por ti.
Desarrolla habilidades sociales y comunica tu verdad
Como decía el filósofo Zygmunt Bauman: «somos seres solitarios en contacto permanente».

Esta frase viene a resumir el desafío al que nos enfrentamos en el siglo XXI.
Con el boom de las nuevas tecnologías y las redes sociales, pasamos más tiempo delante de una pantalla que conversando con personas.
Como apenas hay comunicación, la sensación de vacío interior está más presente que nunca.
En ese sentido hay dos habilidades sociales clave: la honestidad y la asertividad.
Si eres honesto contigo mismo, empezarás a ser más consciente de qué necesitas en cada momento.
Para ello la meditación es una gran aliada.
Eso sí, también debes ser honesto con los demás para cultivar relaciones auténticas.
De hecho, ahí también es importante trabajar la asertividad. Es decir, que te atrevas a expresar tus opiniones y puntos de vista sin herir a la otra persona (punto medio entre agresividad y pasividad).
Si trabajas esas dos habilidades sociales clave, puedes expresarte e integrar tu sombra.
Sin darte cuenta conectarás con personas con las que conectes de forma genuina.
Recuerda ser consciente de cómo te relacionas contigo mismo y con los demás. Aquí la clave es la consciencia.
Por ejemplo, si te juzgas o juzgas a algunas personas, puedes empezar a darte cuenta de ello para decidir qué hacer con ese juicio.
Una herramienta muy potente para ello es escribir.
Pregúntate: ¿es cierto lo que pienso o digo? ¿Eso me sirve de algo o me perjudica?
Conclusión: respeta tu proceso y el de los demás
El camino de la autoindagación es largo pero no importa donde estés, siempre puedes volver a la consciencia del momento presente.
A veces puedes sentir que la gente de tu alrededor no te entiende, pero cada instante te está dando lo que necesitas, incluso cuando tienes emociones «negativas» y piensas que la vida es una mierda.
Lo malo (y lo bueno) que ves en los demás suele ser un fiel reflejo de lo que debes trabajar a nivel personal.
En mi caso, he tenido muchos referentes a lo largo de mi vida, y a veces hacía lo que veía de ellos o me decían porque creía que eso me iba a funcionar.
No era así en la mayoría de casos.
Cuando idolatraba a mis referentes en realidad era mi inseguridad la que buscaba certezas.
Nada ni nadie puede darte las respuestas.
Habrán factores externos que te ayuden en tu camino, pero no puedes depender de ellos toda tu vida.
La única manera de llegar a esas respuestas es a través de tu propia experiencia personal, conectando con tu esencia y soltando lastres. Para ello te recomiendo la meditación y escribir.
En ese sentido sí es importante ser consciente de qué es esencial en tu vida y qué no.
La espiritualidad sí puede llenarte siempre y cuando sea algo que lleves de forma consciente y no dogmática.
La sabiduría nace si respetas tu propio proceso y el que están viviendo las personas a tu alrededor.