Todavía recuerdo como si fuera ayer cuando viví un episodio difícil como fue la depresión.
Al principio no sabía el por qué de ese vacío, ya que estaba a punto de cumplir uno de mis sueños, que era convertirme en un nómada digital.
Con el tiempo lo entendí: estaba totalmente desconectado de mis emociones y de mi cuerpo.
Volví a cuidarme físicamente y mentalmente, y empecé a recuperar la vitalidad.
De hecho, diría que en la mayoría de casos, dándonos cuenta de esa desconexión nos ahorraríamos muchos disgustos.
Al final, se trata de darle a tu cuerpo y tu mente lo que necesita: hábitos sanos.
El artículo que vas a leer es de Núria Gallego, autora de Soy Cuerpo, un proyecto en el que comparte su experiencia personal y herramientas de la Terapia del Movimiento y la escritura.
Aquí tienes el testimonio de Núria, donde cuenta lo que vivió para superar la depresión y ejercicios que puedes hacer hoy mismo.
Como verás, los ejercicios te irán bien tanto si tienes depresión como si no.
Adelante Núria! 🙂
Ha habido algunas temporadas en mi vida en las que no tenía energía ni para salir de la cama.
Cuando el despertador sonaba me quedaba con los ojos abiertos, deseando poder quedarme entre la calidez de las sábanas.
El mundo me aterrorizaba:
- No quería ir al colegio o al trabajo.
- No tenía ganas de estar con mis amigas.
- No me apetecía hacer nada.
La palabra que mejor define esas temporadas en mi vida es apatía.
Como he transitado varias veces por ese estado desde pequeña, pensaba que aquello era normal.
Pero con el tiempo he sabido que no es normal sentirte depresiva, o por lo menos no debería serlo.
Nunca fui al médico para saber qué me pasaba. Por lo tanto, nunca he recibido un diagnóstico de “depresión” ni he tomado medicación para ello, pero sé que la he vivido.
Por suerte, creo que nunca fue demasiado severa.
Mi experiencia personal
Lo que más recuerdo de esos episodios es la falta de emoción. No me sentía muy triste, pero tampoco me alegraban todas aquellas cosas que hasta el momento lo hacían.
De hecho, en mi fuero interno tenía ganas de desaparecer, aunque con algunos cambios a medida que fui creciendo:
- De pequeña, fantaseaba con marcharme a un internado.
- De mayor, con irme de viaje a algún país lejano y dejar todos mis problemas atrás.
- En mis peores días, deseaba morirme por accidente o suicidio, como el día que pensé en tirarme a las vías del tren.
Con el paso de los años y gracias a mi experiencia con la terapia de movimiento, que más adelante te explicaré, he aprendido que la depresión sucede cuando reprimes tus sentimientos durante mucho tiempo.
En especial, cuando niegas tu tristeza.
Desde que tengo uso de razón me recuerdo como una niña triste que se sentía sola.
Esa ha sido la emoción que siempre me ha acompañado. No obstante, hasta que no empecé mi viaje hacia el autoconocimiento, no descubrí el origen de esa tristeza.
Mi padre murió cuando yo tenía un año y medio. Cuando un ser querido muere, una de las emociones presentes es la pena.
Por eso, para gestionar y aceptar esa pérdida, es necesario pasar el duelo. Como yo no lo pude hacer por ser demasiado pequeña, esa tristeza permaneció en mí.
No es agradable sentirse afligido, especialmente si sientes que podrías llorar a mares en cualquier momento sin saber por qué.
Por este motivo, para poder sobrevivir necesité reprimir mi tristeza.
Al pasar los años, todas esas lágrimas que no derramé, se convirtieron en una depresión que iba y venía.
Cómo actúa la depresión en el cuerpo
Cuando tenía unos 24 años pasé una de las peores etapas de mi vida. En ese caso, no fue por la depresión, sino por la ansiedad.
Pasé una época que era como una pesadilla continua. Lloraba a mares sin saber por qué, creía que iba a morirme en cualquier momento y odiaba mi vida entera.
No obstante, gracias a la ansiedad, empecé mi viaje hacia el autoconocimiento.
Una de las primeras paradas de ese viaje fue el cuerpo: conocí la Terapia de Movimiento.
La Terapia de Movimiento es un conjunto de técnicas que te permiten adentrarte en tus sensaciones y tensiones corporales, de forma que puedes reconocer y expresar las emociones que has reprimido.
Te explico brevemente por qué ocurre esto.
Todas las emociones tienen una función y esa función requiere que te pongas en movimiento.
Por ejemplo, cuando te enfadas, tu cuerpo se carga de energía para gritar y golpear.
Quizá esto puede parecerte extraño, pero piensa que nuestro cuerpo se formó cuando nuestros ancestros tenían que pelear por la comida o el territorio.
Ante esto, sus armas principales para defenderse eran los gritos y los golpes.
Sin embargo, a diferencia del cuerpo, nuestra sociedad ha evolucionado. Por lo tanto, no siempre podemos permitirnos gritar y golpear.
Por mucho que tu jefe sea estúpido, no puedes soltarle un tortazo o gritarle que es un inútil.
Este es el mecanismo inconsciente que sucede cuando quieres evitar tus sentimientos:
- Reprimes la energía que la emoción necesita. Es decir, tensas tus músculos de la forma en la que has aprehendido a lo largo de tu vida.
- Te impides vivirlos en profundidad para no hacer la acción que te piden.
En mi caso, para evitar gritar cuando me enfado, aprieto la mandíbula.
Al entrar en contacto con esos patrones de tensión que has creado, tus emociones enquistadas reaparecen.
Para entender un poco mejor cómo funciona la terapia de movimiento, puedes ver este vídeo con dos ejercicios para expresar la rabia.
Volvamos a la depresión, que es el tema que nos ocupa hoy.
Nadie existe fuera de su cuerpo, por eso es importante saber cuáles son las tres características que cumplen a nivel corporal las personas deprimidas:
Respiración débil y poco profunda
Hay una cita de Alexander Lowen, padre de la Bioenergética, que me gusta mucho: “Vivimos en función de lo que respiramos.”
La respiración es nuestro mayor punto de conexión con la vida. De sobras sabrás que puedes estar varios días sin probar el agua o la comida, pero bastan unos pocos minutos sin aire para que mueras.
Sin embargo, cuando recibes un golpe emocional, la retienes.
Piensa en lo que ocurre cuando te asustas mientras ves una peli de miedo: por un instante, contienes el aliento.
Esto ocurre porque respirar nos pone en contacto con nuestros sentimientos. Así, una persona con una inhalación completa y profunda, está conectada con la vitalidad y con todos los aspectos que componen la vida.
Pero ya te he contado que, cuando tienes depresión, evitas sentir tus emociones.
Uno de los mecanismos más comunes para conseguirlo es inhalar y exhalar lo mínimo posible.
Para conseguirlo, tu cuerpo adopta unos mecanismos concretos en forma de tensión. Algunas personas encogen el pecho y otras híper desarrollan o ablandan los músculos para crear una coraza protectora.
Falta de energía
Un cuerpo deprimido no tiene energía vital. Esta carencia de energía se debe, sobre todo, a la reducción del metabolismo provocada por la falta de oxígeno.
Es decir, como las células no tienen el combustible suficiente, activan las funciones básicas y nada más.
La energía débil puede verse:
- A nivel corporal: los ojos carecen de brillo, la piel adopta un color blanquecino, el movimiento se reduce al mínimo…
- En la actitud: no apetece levantarse de la cama, hay desinterés o desilusión por las actividades que antes gustaban, no hay ganas de socializar, etc.
Si has estado deprimido alguna vez o conoces a alguien que lo esté, sabrás que es muy difícil devolver el interés a una persona deprimida, incluso por las cosas que antes le gustaban.
Ante esto, tienes dos opciones:
- Puedes obligarte conscientemente a hacer actividades, como hizo Edu cuando tuvo depresión.
- Puedes trabajar este aspecto con el cuerpo para que la recuperación energética suceda de forma natural.
Poca conexión con la realidad
Si estás deprimido, ves el vaso de tu vida vacío. Interpretas lo que te sucede siempre bajo el prisma de los pensamientos negativos.
De hecho, es bastante probable que te hayas creído tanto las historias que te cuentas que no consideres que puede haber otra realidad distinta, mucho más amable.
Pero lo cierto es que, si te alejas de tus pensamientos negativos para verlos desde un punto de vista más objetivo, te darás cuenta de que la realidad no es tan negra como tú creías.
A nivel corporal, la poca conexión con la realidad se traduce en una persona desarraigada.
Una persona está desarraigada cuando no está en contacto con las sensaciones en su pelvis y las piernas.
Cuando alguien no siente la parte inferior de su cuerpo, le ocurren dos cosas:
- No está conectada con el placer. Y, por lo tanto, no puede disfrutar de la vida.
- No tiene una sensación interna de seguridad.
Es decir, con el desarraigo hay dudas en todo momento, porque no se sabe distinguir entre los pensamientos negativos y la realidad.
Sin embargo, cuando una persona está arraigada, siente que sus piernas le sostienen como si fueran las raíces de un árbol y experimenta una sensación de seguridad en sí misma.
5 ejercicios para salir del estado depresivo
Ahora que conoces las tres características que cumplen a nivel corporal las personas con depresión, te explicaré 5 ejercicios de terapia de movimiento y escritura para revertir estos estados.
Enraizamiento
Este ejercicio es fundamental en la terapia de movimiento. Tanto si estás transitando por una depresión como si no, te irá bien.
Al colocarnos en la postura de la foto, todo el peso de tu cuerpo recae sobre tus piernas y pies.
De esa forma las tensiones que cargamos en la columna vertebral, la cabeza, la barriga u otros lugares, se hacen presentes.
Cuando esto ocurre, nos resulta más fácil conectarnos con el momento presente y soltar los pensamientos molestos que nos dan vueltas por la cabeza.
De esta forma, aumenta tu conexión con la realidad y la sensación interna de seguridad.
Abrir el pecho
Cuando enraíces, es posible que aparezca alguna emoción.
Quizá te enfadas, te saltan las lágrimas, sientes miedo o te da por reír. Si te pasa algo así, te recomiendo que vivas esa emoción lo máximo posible.
No obstante, hay personas que están tan acostumbradas a desconectarse de sus emociones que el enraizamiento no les produce efecto.
Si eso te pasa, puede que tu pecho esté cerrado, ya sea porque has hundido esa zona o porque tus tejidos tienen tensión.
Para remediar y aliviar esas tensiones te recomiendo que movilices tu pecho con estos ejercicios.
Con una práctica continuada de estos dos movimientos, te será más fácil mantener esta parte sensible y, por lo tanto, te será más fácil detectar y vivir conectado con tus emociones.
Vibración bioenergética
Como te he comentado, una de las características de un cuerpo deprimido es la falta de energía.
Para subir ese nivel de energía, según mi propia experiencia, lo mejor es mover el cuerpo.
Algunas personas hacen deporte. De hecho, yo también lo hago.
El verano pasado me picó la fiebre del running y me encantaba salir a correr tras un día de mierda. Este año me ha dado por la natación.
Sin embargo, si estás deprimido es posible que no tengas ganas de activarte y hacer todo lo que implica el ejercicio.
Si ese es tu caso, te recomiendo la vibración bioenergética. Sólo necesitas 5 minutos y lo puedes hacer en cualquier momento sin demasiadas complicaciones.
Respiración
Otro mecanismo para conectarte con el momento presente y alejarte de tus preocupaciones es conectar con tu respiración. Casi seguro que has oído hablar en algún momento de ello.
Al centrar tu atención en la respiración, lograrás conectarte con tu impulso vital, cargarás el cuerpo de energía y te será más fácil apreciar tu realidad presente.
Para poder aprovechar todos sus beneficios, te recomiendo que practiques la respiración yóguica o bioenergética. Estos son los pasos:
- Inhala en la base de tu abdomen.
- Continúa pasando el aire por el pecho.
- Termina la inhalación en tu garganta.
- Exhala a la inversa. Suelta el aire por la garganta.
- Destensa el pecho.
- Deja ir el aire que hay en el abdomen.
Aquí tienes un vídeo donde se explica detalladamente.
Escritura automática
Para terminar, quiero darte otra herramienta que puede moverte mucho, en especial si te quedas fácilmente encallado con pensamientos negativos en tu cabeza.
Te detallo los pasos que debes seguir:
- Cuando te des cuenta de que estás todo el rato pensando lo mismo, coge libreta y boli y escribe todo lo que se te ocurra, sin juzgarlo. No tiene que leerlo nadie más que tú, así que no te preocupes si estás siendo borde, si dices tacos o si lo mandas todo a la mierda.
- A medida que vas escribiendo tus pensamientos, fíjate en cómo te sientes. ¿Hay alguna sensación especial? Quizá sientes un nudo en el estómago o en la garganta, o quizá tu pecho se relaja. Sea lo que sea, anótalo también y trata de descubrir el motivo por que esa zona de tu cuerpo se ha movido.
- Si no encuentras el motivo, no importa. Puedes escribir que no lo sabes. No estás obligado a saberlo todo.
- Escribe hasta que notes que no tienes nada más que decir.
- Si te sientes bien al terminar, puedes dejarlo ahí. Si te sientes peor, coge un bolígrafo de otro color y subraya las expresiones que más se repiten o las que más dolor te causen.
- Después, haz una lista con ellas. Al lado, en otra columna, apunta cuál es la finalidad de ese pensamiento. ¿Es para torturarte? ¿Quieres culpar a los demás de tus problemas? ¿O es porque prefieres evitar otro tema que te corroe por dentro?
- En una tercera columna, una vez tengas determinada la finalidad de ese pensamiento, indica cómo podrías solucionarlo. ¿Qué podrías hacer la próxima vez que aparezca esa frase o voz en tu mente?
A mí, uno de los mecanismos que mejor me funciona es ponerle un nombre.
Cuando detecto que me estoy haciendo la víctima, me digo a mí misma: ya está aquí Penurias Pilkington (Penurias porque yo me llamo Núria y Pilkington por el protagonista de la serie An idiot abroad, que acostumbra a quejarse por todo).
Así, me resulta más fácil reírme de mí misma y quitarles importancia a mis pensamientos.
[Edu al habla: doy fe de que funciona, yo la llamo Chewaka y aprendí a comprenderla :)]
Vive tus emociones en plenitud
Para no deprimirte, es fundamental que vivas tus emociones sin reprimirlas. Porque la depresión sucede cuando llevamos mucho tiempo escondiendo nuestro dolor interno.
Sí, lo sé, es difícil atreverse a sentir la tristeza, el miedo o la rabia. A corto plazo es más fácil hacer ver que no están ahí y esconderlos.
Sin embargo, al reprimir esas emociones, a largo plazo las consecuencias para tu salud mental y física pueden ser nefastas.
Las emociones que no expreses hoy vendrán mañana en forma de depresión, ansiedad o de otra molestia.
De hecho, si lo piensas detenidamente es mejor llorar hoy 10 minutos o media hora, por mucho terror que eso te cause que pasarte 10 meses sin salir de la cama. ¿O no?
Si ya estás metido en una depresión, no es demasiado tarde. Atrévete a escucharla, descubre qué dolor emocional has estado reprimiendo y encuentra una forma de darle salida. Si no puedes tú solo, busca ayuda.
Bajo mi experiencia, siempre que he hecho terapia, mi autoconocimiento y bienestar han aumentado de forma exponencial.