Mae Klong y Amphawa, dos mercados imprescindibles
Los mercados de Mae Klong y Amphawa son perfectos para una excursión de un día desde Bangkok. Son menos de 100 km. y se llega en aproximadamente una hora y aunque hay muchos turistas (sobretodo asiáticos) puedes disfrutar de un ambiente bastante local, especialmente en Mae Klong. Los dos mercados están separados por unos 10 km así que en cuanto acabes uno de ellos una minivan te deja en el otro.
Mae Klong es un mercado pequeño pero muy original, y lo más curioso del mercado es… ¡que está en las mismas vías del tren! Ocupa solamente unos 200 metros de vía pero está absolutamente lleno de puestos de fruta, refrescos, carne, pescado, especies e incluso ropa.
Pero… ¿pasa el tren por esas vías? Efectivamente, mientras se oye de lejos el sonido del tren avisando de que está al llegar (pasa unas 4-5 veces al día), en menos de lo que dura un pestañeo ves como todos los vendedores locales repliegan sus toldos que les protegen del sol, y despejan la zona de las vías para que el tren pueda pasar limpiamente y sin problemas.
Tan pronto como el tren se ha ido los vendedores vuelven a colocar sus toldos y a armar sus puestos para seguir con su pequeño comercio activo.

Aunque parezca un fisioculturista natural, es un thai de mediana edad cortando cocos
Llegamos al mercado de Amphawa, un mercado flotante (de los muchos que hay en Tailandia) bastante grande que, aunque por lo que he podido saber con el tiempo se ha vuelvo muy turístico, sigue conservando su esencia, y es que puedes comer justo al lado del río marisco que te sirven desde las mismas barcas. Tienes pulpo, sepia, gambas, calamares… y todo está fresco y buenísimo.
Además, el mercado es grande, por lo que se puede turistear un poco comprando algún que otro souvenir para amigos, familiares o para ti mismo.
Al atardecer es recomendable coger un barco que te da una vuelta de una hora por el río, pasando incluso por el Mekong, y en cuanto se hace de noche se pueden ver cientos de luciérnagas en los árboles. Personalmente nunca había visto una luciérnaga, así que fue una bonita experiencia.

No soy fanático del marisco, pero el del mercado de Amphawa está delicioso
Kanchanaburi: historia, cataratas y elefantes
La ciudad de Kanchanaburi está a unas 2 horas en bus/minivan de Bangkok, y tiene mucho que ver. A diferencia de Bangkok, es una ciudad tranquila pero con algo de actividad en la que se puede ir al museo sobre el “ferrocarril de la muerte”, nexo que unió Tailandia y Myanmar que en su día el Imperio Japonés ordenó a los prisioneros de guerra de la II Guerra Mundial construir.
Está justo en frente del cementerio de los aliados y a unos minutos del famoso puente el río Kwai, del que se han hecho dos películas (una de ellas antigua pero famosa, así como también su banda sonora/melodía). Fue en ese museo cuando me di cuenta de lo poco que conozco de la historia asiática y de lo fascinante que es.

Ferrocarril de la muerte/puente sobre el rio Kwai
Las cataratas de Erawan (no es un personaje de “el señor de los anillos”), están a una hora de Kanchanaburi y son una maravilla para los amantes de la naturaleza, que es mi caso. El único problema es que hay una gran cantidad de turistas rusos y de otras nacionalidades; pero de todas formas puedes encontrar una densa vegetación, agua de color azul turquesa, insectos del tamaño de un Boeing 747 y animales poco comunes en España (monos, por ejemplo).
La última parte es especialmente bonita y es que además de poder disfrutar de unas vistas espectaculares, puedes descender y ascender por la cascada a pie, ¡como si tuvieras clavos en los pies!
Y la joya de la corona, Elephant’s World. Tailandia es el país de los elefantes, y existen muchos lugares donde puedes verlos, pero en este caso no es ningún show tonto donde los elefantes son tratados con violencia por los domadores.
Elephant’s World es una protectora de animales que se dedica a rescatar elefantes que trabajaban esclavizados para darles un retiro digno y sin sobresfuerzos.
La visita consiste en pasar un día con los cuidadores y voluntarios del centro, en el cual la tarea básica y fundamental es alimentar a los elefantes: yendo a por pasto y ramas, dándoles bananas, pepinos y calabazas y preparándoles unas bolas de arroz que por lo que pude comprobar les encantan.
Tuve la suerte de poder compartir esta experiencia inolvidable con un gran amigo, y el respeto/miedo que puedes tener al principio por su gran tamaño se disipa en unos minutos al comprobar que son increíblemente mansos y adorables.
Aprovecho para recomendárselo a todo el mundo no sólo porque puedes darles de comer, sino también porque puedes incluso bañarte con ellos en un lago y al final del día te das cuenta de hasta qué punto entras en contacto con ellos y de lo mágico de la experiencia.