
Hace poco empecé a seguir las artes marciales mixtas (o MMA por sus siglas en inglés).
Un peleador hispano-georgiano está dando últimamente mucho que hablar.
Se llama Ilia Topuria, lo conocerás porque está hasta en la sopa.
Hay algo interesante en este tío.
Mucha gente lo tachó de arrogante por cambiar su bio de Instagram antes de luchar diciendo que ya era campeón, por coger el cinturón en la rueda de prensa, etc.
El caso es que el tío dijo que ganaría por KO y va el tío y gana por KO.
Esto primero con Volkanowski, que es considerado el mejor de la historia del peso pluma.
Luego también dijo que iba a dejar KO al segundo mejor de la historia, Max Holloway, y va y lo deja KO.
¿Y si hubiera perdido?
Sería un arrogante, ¿no?
Un poco estilo Cristiano Ronaldo cuando decía que era el mejor del mundo, y la gente (entre la que me incluyo) se le tiraba al cuello porque el mejor era Messi.
¿Confianza o arrogancia?
Después de escuchar declaraciones de Ilia Topuria tengo claro que para estar en el top de cualquier disciplina no se puede tener una mentalidad promedio.
Llámalo confianza extrema, llámalo arrogancia.
¿La línea es fina? Sí.
El caso es que la mayoría de los medios en España no dicen que este hispano-georgiano haya hecho nada importante.
Ni lo mencionan.
¿Por miedo a ofender a su audiencia o porque para ellos no es noticia?
Yo diría que lo primero.
Son medios acomplejados.
Lo que está claro es que habrá muchas personas indignadas de ver a Topuria en una plaza de toros haciendo un spot promocional para un combate.
De ver a personas reventarse a ostias como deporte.
De ver violencia.
Nos estamos acostumbrando no sólo a que nos censuren por nuestras ideas, si no a censurarnos a nosotros mismos.
Por miedo a ofender a los demás.
Es peligroso.
En la vida sí o sí vas a ofender a otras personas. Es un hecho. Basta con que tengas éxito en alguna faceta de la vida para que despiertes envidia.
Y eso ya es suficiente para ofender.
Basta incluso con existir.
Cambiando de tema, pero no del todo…
Por esto me apunté a un arte marcial
En 2024 me dio por apuntarme a un arte marcial peculiar.
En mi vida, repito, en mi vida hubiera pensado que me apuntaría a algo así.
Siempe fui una persona pacífica, nunca me metí en peleas, etc.
De hecho, hasta hace muy poco las veces que hubo algún atisbo de conflicto en mi vida casi siempre prefería evitar la tensión.
El caso es que conocí a alguien que practicaba un arte marcial raro, llamado «jiu jitsu brasileño».
¿Qué qué???
Consiste en revolcarse y estrangular, luxar o someter al otro.
Por algún motivo se quedó grabado en mi cabeza, y en mi gimnasio resulta que se practican varios artes marciales:
- Judo
- Muay thai
- Jiu jitsu brasileño
- Etc.
Poco a poco, con el paso del tiempo, y la meditación me di cuenta de que estaba lleno de prejuicios con las artes marciales. Lo reconozco.
Que si es de macarras, de gente barriobajera y violenta…
Un día me vine arriba y fui a probar una clase en mi gimnasio.
No estaba mal aunque tenía la sensación de que no tenía ni idea de lo que hacía…
En el 2º día de entrenamiento me hice una contractura en el pecho y me fisuré una costilla.
¿Qué podía salir mejor?
Por suerte, con fisioterapia me recuperé en menos de un mes, y aunque tardé en volver a entrenar, volví.
Ahora mismo puedo decir que casi me gusta más practicar este arte marcial que levantar pesas, y eso es mucho decir.
Creo que las artes marciales son como un baile, como una meditación, como la vida.
La tensión y el tira y afloja están ahí, y ponerle atención a lo que haces es cosa tuya.
También hay belleza en un combate.
Y es que en eso consiste la vida, en aprender a resistir las embestidas que aparecen y en tener un plan que seguir, pivotando si aparecen dificultades.
En ese sentido…
Esta es la razón por la que volví a la universidad
En 2022 decidí volver a matricularme en la universidad.
Concretamente el grado de Psicología.
Ya hice formaciones relacionadas y tuve una consulta de coaching individual, pero notaba que necesitaba más fundamentos.
Y en el futuro me veía como psicólogo.
Es como construir un bloque de viviendas, que sin unos cimientos sólidos puede derrumbarse.
El caso es que no sólo notaba que necesitaba eso, sino también vivir.
Sí, vivir.
La credibilidad que suele tener una persona de 20 y pico años no es la misma que tiene una de +30.
¿Más ducho? ¿Más hombre?
Sí, pero también hay hombres de 20 y niños de 40.
En cualquier caso, de esto y de otras cosas me di cuenta haciendo varios ejercicios de escritura.
Una de las herramientas más potentes para conocerse.
Sino la que más.
Dos preguntas que de hecho sirven en ese sentido son:
- ¿Qué clase de persona quiero ser en unos años? ¿La misma que soy ahora?
Esto tiene mucho que ver con lo que te comentaba más arriba, si callo mis opiniones por miedo al qué dirán constantemente voy a convertirme en un «bienqueda» y en una persona sin carácter.
En mi caso, por ponerte un ejemplo, durante varios años tuve la sensación de ir a la deriva.
Es una sensación fea.
No sólo puede serlo por falta de rumbo a nivel laboral, sino también por tus relaciones o el sentido de la vida en general.
Estoy preparando una formación que sirve para hacer un buen trabajo de introspección.
Y sobretodo para tener algo de claridad y tomar acción, la parte más importante y que mucha gente se salta, quedándose eternamente solo en al fase de introspección.
Funciona y es útil para ver la vida con perspectiva y ser consciente de tu recorrido vital.
Ni mejor ni peor, simplemente el tuyo.
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