Antes de nada quiero hacerte una pregunta: ¿qué sabes de Camboya? Probablemente hayas oído hablar de las ruinas de Angkor Wat y el Imperio Jemer, y si has estado en la capital Phnom Penh o te interesa la Historia ya sabes de lo que estoy hablando. En Europa y el mundo occidental se sabe en general poco o nada de este país olvidado y del genocidio.
Yo estaba igual, ciego, hasta hace pocas semanas. Personalmente no conocía absolutamente nada del Genocidio Camboyano, pero varios viajeros que ya habían visitado Camboya me recomendaron ir a los dos museos dedicados de Phnom Penh.
Los museos y los documentales sobre el genocidio del periodista de investigación y reportero de guerra australiano John Pilger (muy recomendables) me han hecho abrir los ojos y sacudir mi conciencia definitivamente con una dosis de realidad bestial. Se calcula que murieron en total más de 2 millones de camboyanos de hambre, torturados o ejecutados, pasando de una población de 7 millones a 5, entre 1975 y 1979.
Pero lo más grave fue la contribución del mundo occidental en el asunto, y es que occidente, directamente mediante financiación y entrenamiento, e indirectamente con un embargo económico sobre Camboya, apoyó a uno de los regímenes totalitarios más brutales y sanguinarios de la historia de Asia, los Jemeres Rojos, liderados por Pol Pot, el Hitler asiático.
Contexto histórico en el sureste asiático. Estados Unidos contra todos
Era un periodo convulso en el que Vietnam, que comparte frontera con China, Laos y Camboya, se encontraba en guerra con Estados Unidos, cuyo ejército bombardeó Camboya y Laos con el equivalente a más de 5 Hiroshimas, porque existía la sospecha de que estuvieran apoyando a Vietnam y representaran una amenaza para la expansión del comunismo en Asia, todo ello a pesar de la posición de neutralidad del Príncipe Sihanouk de Camboya.
La presencia de las tropas de Estados Unidos en la “Guerra de Vietnam” hizo más fuertes a los Jemeres Rojos, un grupo guerrillero que, pese a estar en las antípodas ideológicamente, tenía algo en común con Estados Unidos: eran enemigos de Vietnam, por lo que fueron apoyados financieramente. El fin de la Guerra Civil Camboyana (1967-1975) junto con el de la Guerra de Vietnam (1959-1975) supuso el ascenso del líder guerrillero Pol Pot al poder. Cuando las tropas de los Jemeres Rojos entraron en la capital Phnom Penh la gente estaba eufórica por el fin de la guerra.
Sin embargo, la celebración apenas duró unas horas, y es que Pol Pot con su maquiavélica visión comunista quería “restaurar” el antiguo Imperio Jemer, uno de los más importantes de la historia de Asia, y en menos de un día evacuó a toda la población de las ciudades y la envió a trabajar al campo. El que se resistía, moría ejecutado. En ese día de evacuación, murieron ya miles de personas por la dura represión.
La Kampuchea “Democrática” de los Jemeres Rojos
Pol Pot bautizó a la nueva Camboya como “Kampuchea Democrática”, y durante años sometió al país bajo un régimen totalitario más propio de una sociedad «orweliana», privando de todas las libertades que tenían previamente los camboyanos. Lo llamaron el “Año Zero”, eliminarían de un plumazo todo lo moderno: no habría escuelas, ni hospitales, ni libros, ni música, ni emociones…
En Phnom Penh, la escuela primaria S21 fue reconvertida en cárcel donde se practicaba la tortura sistemática con el objetivo de que el torturado confesara que era un espía, por ejemplo, aunque no fuese cierto. Cualquier persona con una mínima formación, o por el simple hecho de llevar gafas, sería asesinada. Pol Pot quería convertir una sociedad medianamente moderna y avanzada en un sociedad 100% agraria. Hambre, trabajos forzados, torturas y ejecuciones serían una constante durante cuatro años.
Además, si no llega a ser porque un demente Pol Pot, pensando que tenía enemigos por todos lados, ordenó atacar algunas aldeas vietnamitas cerca de la frontera, el régimen podría seguir vigente hoy en día. Y es que ese ataque provocó que Vietnam entrara con sus tropas en Camboya y la invadiera sin encontrar apenas resistencia, porque Camboya no disponía ni siquiera de ejército. Los Jemeres Rojos huyeron a la jungla fronteriza con Tailandia para refugiarse, dejando atrás cientos de fosas comunes que se descubrirían más adelante.
El drama de las minas, crisis humanitaria y reacciones de la ONU
Mientras tanto, los Estados Unidos seguían financiando y rearmando a los Jemeres Rojos para, llegado el momento, combatir a su archienemigo Vietnam en la ocupada Camboya. No sólo eso, el Reino Unido envió soldados para entrenar en secreto a los aliados de Pol Pot colocando minas antipersona.
Camboya es hoy el país con mayor porcentaje de población mutilada/amputada del mundo debido a las minas que cayeron en suelo camboyano sin explotar durante la guerra y las colocadas después (el entrenamiento de los soldados británicos duró al menos desde mediados de los 80 hasta 1991).
Se calcula que aún siguen activas 3 millones, mutilando extremidades de campesinos y niños día tras día. Pasaron días, semanas, meses, años, y la ONU (comandada por los omnipresentes Estados Unidos) seguía reconociendo a los Jemeres Rojos como gobierno legítimo pese a sus atrocidades, y sin limpiar las áreas con minas ni desactivarlas.
Después de años de embargo económico y sin enviar ayuda humanitaria al país que probablemente más lo necesitaba del mundo, en 1991 (sí, más de 10 años después) una asamblea extraordinaria de la ONU acuerda la creación de un proceso de paz para convocar elecciones libres en el que, de forma sorprendente y ante el estupor de los camboyanos, ¡se incluye a los Jemeres Rojos! Es como si se hubiera pretendido incluir a los nazis en un proceso de paz post-Holocausto.
Por desgracia, Pol Pot murió en paz en algún lugar de la jungla en 1998, y los dirigentes vivos están siendo juzgados (por fin) desde hace tan solo unos años.
Porqué escribo este artículo: la importancia del saber
El libro 1984 de George Orwell me mostró la barbarie de una sociedad totalitaria sin libertades en la que, sin darnos cuenta, podríamos estar viviendo actualmente; las filtraciones de Wikileaks y la película Citizen Four sobre la historia de Edward Snowden lo corroboran.
Los documentales de John Pilger son reveladores en cuanto a la manipulación mediática que sufrimos a diario, pero sobretodo en cuanto a la hipocresía del mundo occidental, y es que por ejemplo Estados Unidos lleva a cabo sistemáticamente desde hace décadas golpes de estado (o intentos) en Suramérica y Centroamérica (ver «The War on Democracy» aquí), algo que nunca veremos en los medios generalistas.
Para acabar, en la serie Black Mirror podemos ver en un futuro más que probable cómo será la tecnología que nos rodea, convirtiéndonos (si no lo somos ya) en sus esclavos, y limitando nuestra capacidad intelectual. En estos meses que llevo de viaje tengo la mente más abierta que nunca, con más pensamientos que en mis anteriores 24 primaveras juntas, y he aprendido que las cosas pueden ser blancas, negras, grises con matices, e incluso blancas y negras al mismo tiempo.
Este artículo tiene un propósito: ante la indiferencia, generar conciencia. Debemos ser personas que intenten siempre buscar la verdad. No es una tarea sencilla, de hecho si buscas una verdad fácil lee el periódico o el informativo de turno, pero si realmente quieres encontrarla nunca dejes de buscarla; duda de lo que acabas de leer, de tus amigos, de tu familia, hasta de ti mismo, y viaja, sólo así se puede observar el mundo sin filtros.
Viaja solo, lejos y largo, es sin duda el mejor consejo que puedo darte aunque no lo entiendas, y es que no te darás cuenta hasta que des el paso.